La gripalización de España

El deseo del Gobierno de cambiar de estrategia frente a la pandemia provoca una nueva polémica político-sanitaria

A finales de enero se cumplirán dos años desde que se confirmó el primer caso de SARS-CoV-2 en España. A partir de ese momento, la ciudadanía ha estado expuesta a una terminología hasta ahora reservada a las consultas médicas y los laboratorios. Si la expansión del coronavirus ha popularizado el lenguaje de trabajo de científicos y sanitarios, el tránsito hacia una nueva cotidianidad va a requerir el concurso de los lingüistas para normalizar la incorporación de nuevas palabras a nuestro vocabulario. 

La última es el sustantivo gripalización, es decir, la asunción de que la enfermedad nos acabará pillando a todos, se asentará entre nosotros permanentemente y obligará a convivir con ella de la misma manera que se convive, año a año, con la gripe. Se ignora, de momento, si se cumplirá lo que promete el neologismo (la conversión de la pandemia en endemia) o si el término acabará tan desacreditado como el de nueva normalidad --que ha sido de todo menos normal— a medida que aparezcan nuevas mutaciones del virus. De momento, en un país en el que nada escapa a la polémica, lo previsible es que el verbo gripalizar se convierta en el foco de la primera batalla político-sanitaria del nuevo año. 

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