Depósitos como príncipes de la banca

Cobrar por ahorrar y subvencionar por prestar, el sinsentido que ha tomado forma, como el fantasma hamletiano

Tenía que pasar. Los depósitos tenían que ser a la banca lo que Hamlet, el príncipe de Dinamarca shakesperiano, a la tragedia: el germen de una venganza.

Tenía que ser, además, en el país nórdico. Aunque ya había habido experiencias puntuales de comportamientos de negocio extraños en un entorno de tipos de interés antinaturales y reducidos excesivamente prolongado, el drama tomó forma en abril cuando Danske Bank hizo público un comunicado en el que sugería poco interés por seguir captando depósitos de sus clientes «porque generan un gasto considerable».  

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