Del estado de alarma al de decepción

Las exigencias autonómicas dejan en evidencia las vacilaciones de Sánchez y los signos de cansancio de la población son evidentes

Sesión de control al Gobierno

Si hace una semana Pedro Sánchez consideraba imprescindible para contener la segunda oleada del Covid-19 que se aprobara un estado de alarma «reloaded» (de seis meses de duración hasta mayo de 2021), bastaron cuatro días para comprobar que el Gobierno se había dotado con una herramienta insuficiente. Y fue un socialista, el presidente asturiano Adrián Barbón, el encargado de ponerlo de manifiesto al solicitar un confinamiento domiciliario de 15 días ante el empeoramiento de la situación en su comunidad.

Que la historia no está escrita y hasta el rabo todo es toro, es una lección que todos estamos comprobando a diario durante esta pandemia. Barbón, el mismo que en septiembre sacaba pecho con la situación epidemiológica («Asturias está mejor que otras comunidades porque ha sabido tomar medidas drásticas a tiempo»), ha tenido que aceptar con la cabeza gacha que la situación de su región se ha vuelto «crítica» tras ocho días en los que se detectaron más de 3.000 contagios y en los que se han elevado los fallecidos, los hospitalizados en planta y en UCI. 

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